jueves, 15 de mayo de 2008

TECLADO...

Todas las mañanas la misma historia. El estrés comienza en cuanto me despierto. Sólo unos minutos después, la gente ya está exigiendo. ¡Que me acabo de despertar, digo yo!

Es la monotonía de todos los días. La gente pasa, corre de un lado a otro por la oficina sin apenas mirarse; centrados en sus tareas en algunos casos, pensando en sus asuntos personales en muchos otros.

Y yo aquí, de expectante. Analizando todo lo que ocurre entre estas cuatro paredes. Tal y como yo lo veo, la gente no es feliz aquí. Observo bien sus caras y rara vez suelen expresar felicidad.

Agobio. Eso sí lo percibo a diario. Os veo frotaros la cara, fruncir el cejo, resoplar… para luego levantaros sin haber solucionado nada. A la vuelta, más de lo mismo. Sólo que ahora, además, estáis enfadados. Golpeáis con fuerza mis teclas, probáis dándole una a una o a todas las teclas a la vez sin sentido ninguno. A veces, la solución es mucho más fácil. Apágame, déjame descansar, porque ya no puedo más. Deberíais aplicarlo a vuestras vidas. Siendo este vuestro trabajo, no dejéis que os sobrepase. No le dediquéis más tiempo del que debéis, y sobre todo, no dejéis que afecte a vuestra vida personal. Y por favor, tampoco la toméis conmigo.

Bueno… sí que hay veces que percibo momentos de alegría en la cara que tengo sobre mí. ¿Un mensaje al correo, quizás?, ¿Dispersión mental?, ¿Visitas a páginas de interés personal? Es probable. ¡Pero pronto debe camuflarse! Si no, puede pasar lo que ha pasado hoy. Una chica despedida. Algunos protestan. Otros esconden la cabeza… y otros como yo, no podemos hacer nada.

Soy conciente de lo agotador que es estar 8 horas encerrado, bajo la presión de los jefes y con menos descansos de los que quisiéramos.

Hay días con más trabajo y días con menos. Eso está claro. Pero no sé porqué, la apariencia sobre el trabajo que hay, siempre suele ser la misma. Y cuando hay que ocupar tiempo… ¡qué de tareas absurdas han escrito sobre mí!

Así que, entre tareas poco útiles y el uso personal de cada uno sobre mí; puedo percibir la ineficacia en la organización de este trabajo. La gente no está a gusto, y eso mismo, desde mi puesto de trabajo, se nota, se ve, se oye…
Yo… lo percibo.

1 comentario:

TEATRO REFLEXION dijo...

Por favor...se admiten comentarios...Mejor dicho...Exijo...jeje

Vaya, que me sugiráis cambios!

Besotes de los míos